El principio del Universo puede ser considerado como la Madre.
Conociendo a la Madre, el hombre conocerá a los hijos;
Aunque conozca a los hijos, prefiere a la Madre.
Entonces, a pesar de que su cuerpo decaiga, no perecerá.
Si mantiene cerrados sus labios y cierra sus puertas,
No se debilitará;
Pero si abre su corazón al deseo y ama la acción,
No podrá salvarse.
Percibir la pequeñez de las cosas es ser perspicaz;
Mantenerse en lo débil, ser fuerte.
Usa tu luz, pero apaga su brillo.
En esto reside el Tao eterno.
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