El que intenta gobernar por medio de Tao no utiliza la fuerza de las armas.
Sólo le guía el deseo de servir, y no de imponer su poder sobre otros.
Cuando haya cumplido su propósito, no se jactará,
Ni será altivo, ni se enorgullecerá de ello;
Pensará que era éste su deber.
De este modo hará el bien sin recurrir a la violencia.
Cuando las cosas llegan a su extremo, comienzan a declinar.
Eso está contra Tao.
Lo que está contra Tao camina rápidamente a su fin.
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