Aquel cuyo valor se manifiesta en la osadía, perecerá.
Aquel cuyo valor se manifiesta en la prudencia, se salvará.
Conocer estas verdades es saber distinguir entre la una, buena, de la otra, dañina.
¿Cómo podríamos conocer el juicio del cielo?
El Tao del cielo no lucha, mas siempre obtiene la victoria.
No habla, pero siempre tiene respuesta.
No reclama, pero las cosas llegan por sí mismas.
Permanece pensativo, pero tiene proyectos.
Vasta es la red del cielo, y sus mallas holgadas.
Mas nada se le escapa.
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